en que la función del intérprete es la exposición literal del texto, a menos que la naturaleza de su contenido requiera de una interpretación figurativa. Martín Lutero, paladín de la Reforma, afirmó la suprema y exclusiva autoridad de la Escritura en cuestiones de fe y conducta. Sostenía que la Iglesia no debe determinar lo que la Biblia enseña, sino todo lo contrario. Son las Sagradas Escrituras las que deben determinar lo que enseña la Iglesia. Por lo tanto, rechazó el método alegórico considerándolo
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